jueves, 17 de diciembre de 2015

Pasara el frío, se caerán las hojas de los arboles, lloverá, pero siempre me tendrás ahí, a tu lado. Hoy estuve allí. Toque la lapida y sentí el frío… también note tú presencia mirándome desde la bruma, la cual envuelve el ultimo resquicio de la vida, y esta no es otra que la muerte. Anochecía, observe que estabas muy solo, me preocupe de la situación tan inquietante del momento… éste momento de angustia, de la soledad que os rodea, sentí pena, llore por dentro. Una voz sonó en mi cabeza, la reconocí, era la tuya amigo mio. Calmaste mi desasosiego como siempre lo hacías en vida. Me alegre de oírte una vez más (una de las tantas), me acompañaste, como en algunas de esas tardes tan largas… sobre todo las del invierno, las que se acercan a ese cuatro de diciembre negro, ese maldito, bastardo día... Pose mis manos en la losa. Sentí tú presencia, ahora me voy, triste, aunque me instes en lo contrario. Pronto volveré, amigo.